jueves, 23 de septiembre de 2010

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Vos sabés que a veces no encuentro la tierra para prender mis pies, y qué tonta, si el sol entra azulado por mi ventana, como tu nombre en el medio del vidrio o en un arroyo de canción. Está tan cerca el sonido del cuerno con el que intento decir todo eso que no pueden abarcar las palabras, que se abre camino triunfando el sonido de la luna, que fascinada nada en ese cielo de silencios y misterios. Ni me imagino qué habrá detrás de ella, pero podemos tejerlo esta noche. No hay nada más bello que una flor., y la primevera está llegando con toda su fuerza, para desvestir los nudos y sombrear las cáscaras, como un batallón de guerreros que buscan reivindicar las esculturas de barro que inventaron anoche. Yo los siento llegar, y les abro paso a todos, los acompaño y formo parte de esa mar aguada, que cava las palabras y busca espejos para poder reconocerse. Por fin, el ojo en el ojo, los senderos se hacen máquinas deformes, y como decis, ese instante es eterno. Vos estás en mis ojos y en nuestros espejos.

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